Somos unas perfectas actrices. Sí, todas nosotras. Algunas más que otras pero actrices al fin y al cabo. Nos sabemos bien nuestro papel el cual hemos ensayado miles de veces frente al espejo. Hemos repetido una y otra vez qué decir, los gesto que usar, la mirada y la boca seria sin que llegue a resultar fría pero que no denote la realidad. Además contamos con grandes mentoras, nuestras amigas, que nos corrigen cada vez que nos equivocamos y nos ayudan a mejorar todas estas cosas. Pero hay algo que jamás una mujer podrá fingir. Algo que un hombre enamorado desea ver y otros cruzan los dedos para que nunca ocurra porque de ser así les cortaría el rollo. Algo tan simple y tan sincero, eso que llamamos la sonrisa tonta.
Para tí querida amiga. Somos así, irremediablemente imperfectas.
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