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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vive

Ella creía saber de la vida, desde las pequeñas cosas cotidianas que anhelas tras días sin descanso hasta las miles de piedras inesperadas que se encontraba en el camino y le dificultaban proseguir. Del mismo modo, con el tiempo, aprendió a crear pequeñas cajitas donde guardaba tantos recuerdos que una vez formaron su vida y que ahora yacían al fondo del armario bajo una pila de jerséis de invierno sin usar. En definitiva, creía saber que las casualidades no existían sino que todo era obra de algún juego de marionetas cuyo dueño hacia y deshacía con sus figurines a su antojo. Pero si todo estaba predeterminado y eso que decían de que el destino estaba escrito, ella se preguntaba una y otra vez cual sería el final de tan emocionante novela de aventuras, suspense, pasión y desamores que ellos llamaban vida. Y fue esa continua cuestión que le comía la cabeza, como un run run de sensaciones, la que le atormentaba durante largas noches en vela y tras largos paseos esperando la puesta de sol en la playa. Paradójicamente, el encontrar su lugar la estaba incitando a perderse a sí misma. Esa incertidumbre, a la larga, acabaría con su vida, se perdería el día a día y con ello la emoción e intriga de no saber donde estarás mañana o si conocerás a alguien especial. Se perdería pues lo más preciado que existe en este mundo, algo que le costó descubrir y que le costó una perdida. Aprendió a "vivir el momento" o dicho bonito el "carpe diem" .
 
 
Ella creía saber de la vida, pero no fue hasta que decidió coger las maletas y huir de todo lo que le hacía daño de su alrededor: de las inmensas peleas familiares por sacar a la luz la verdad, de las continuas ralladuras de cabeza por tíos que dentro de unos años serían simples anécdotas entre amigas en una noche de copas, y mas aún, huir de si misma. Y se encontró hasta tal punto que se alejó del mañana y obtuvo la felicidad en el presente.

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